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Solitaria, pensativa, divertida en mayor o menor medida, gusto por escuchar, leer, escribir, escuchar música, imaginar, sentir.

jueves, 1 de marzo de 2012

Soliloquio

Las sábanas estaban frías, la cama, vacía y su alma, aletargada. Sin vida desde hacía ya tanto tiempo que le costaba recordar la última vez que sonrió. No era propio de él caer en la penumbra de los recuerdos olvidados, pero, si bien era cierto que donde hubo fuego siempre quedan brasas, lo que seguía sintiendo por Jason era la prueba definitiva de que aquello era más que cierto. ¿Cuántos años habían pasado ya? ¿Quinientos? Cinco siglos, casi cinco siglos y aún se estremecía al recordar las veces que se amaron en aquella fría y húmeda celda. Cómo echaba de menos esas noches llenas de gemidos y sudor, de puro amor y sinceridad. Nunca se había vuelto a sentir igual, y dudaba fervientemente volver a hacerlo; al menos sin él.

Hay momentos en los que los poetas necesitan alejarse de todo para volver a escribir, e, incluso, hay ocasiones en las que las palabras prefieren cobrar vida propia y darse a conocer mediante la voz y no la escritura. Sufren un impulso debido a toda la fuerza con la que son pensadas, sentidas, necesarias por y para su creador. Pocas veces había hablado de algo así en voz alta, pero esa noche, caminando sobre un pequeño manto blanco y por entre féretros de ilegibles lápidas, notó ardor en su garganta, un calor que le obligó a separar los labios y, simplemente, decir lo que sentía. Perdió la mirada en el resplandor de la nieve y, como voz grave, desesperada y penetrante, habló:

¿Y qué hago aquí, entonces? Mi corazón murió cuando te perdí. Me paseo por entre las sepulturas con un nudo en el estómago, acongojado por la idea de poder ver tu nombre escrito en alguna lápida. ¿Y cómo puedo saber yo si has estado aquí o si tan sólo ha sido el fruto de mi imaginación? ¿Cómo puedo yo ser capaz de olvidarte si fuiste todo lo que tenía, si tu recuerdo es todo lo que tengo? Tú, y solamente tú, eres mi única razón para seguir con vida en este mundo arcaico y retrospectivo. Apareces en mis sueños, en mis letras, en mis pensamientos, en mis deseos más ocultos y también en todos los recuerdos que merecen la pena. ¿Acaso no es todo eso prueba suficiente de que todavía te quiero con toda mi alma? ¿No es una base sólida para considerar que mi amor jamás ha cedido ni un poco ante el paso del tiempo? Oh, mi amor... No te puedes ni imaginar lo mucho que te echo de menos, de cómo añoro tu sonrisa, tus ojos, tu cabello deslizándose por entre mis dedos en busca de tu calor. ¿Dónde estás, Jason? ¿En qué criminal lugar te guareces de todo, que no me es posible encontrarte? Vuelve a mí, por favor, vuelve a mí o la que terminará acabando conmigo será la locura, y no la tristeza. Solamente tus ojos, chispeantes y llenos de vida, serían capaces de resucitar a este corazón sangrante que mantiene viva la esperanza de reencontrate. Está condenado a amarte por siempre, y mientras tú no estés a mi lado seguirá clamando por tu presencia hasta que mis brazos puedan estrecharte de nuevo. Te quiero, Jason, te quiero más que a nada en el mundo y puedo jurar solemnemente que jamás dejaré de hacerlo, porque sólo podría hacerlo estando muerto. Vivo no podré nunca, puesto que mi vida, eres tú.

Amar un recuerdo no era sencillo. ¿Pero acaso dijo alguien alguna vez que lo sería?

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