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Solitaria, pensativa, divertida en mayor o menor medida, gusto por escuchar, leer, escribir, escuchar música, imaginar, sentir.

domingo, 16 de febrero de 2014

Poema de José Ángel Buesa

Hoy he descubierto este poema. Es tan bonito y a la vez tan desgarrador que me ha enamorado la primera vez que lo he leído. No podía pasar la oportunidad de publicarlo aquí.



EL ÁRBOL VIEJO
Por José Ángel Buesa.


Buen árbol que perdiste bruscamente los dones
de la flor y del fruto, bajo la racha fría:
tu pesadumbre austera se parece a la mía,
y así, como tus hojas, volarán mis canciones.

Pero, tarde o temprano, vendrá la primavera,
y, al rejuvenecerse tu tronco envejecido,
tendrás la flor y el fruto, y el follaje, y el nido...
Y yo, en cambio, no tengo tu esperanza siquiera.

Cien veces me ofreciste tu sombra en el verano;
cien veces tu perfume fue a visitar mi casa,
buen árbol que floreces mientras la vida pasa,
acaso porque ignoras que nunca pasa en vano.

Mi niñez te recuerda casi como un amigo,
aunque ya se agrietaba tu ancianidad de abuelo.
Y hoy, al ver cómo creces todavía hacia el cielo,
ni aun me queda el consuelo de envejecer contigo.

Pues, aunque nos agobian idénticos otoños,
sobre tus hojas secas crecen hojas lozanas,
y así, algún día, el viento despeinará mis canas,
trayéndome el perfume de tus nuevos retoños...

lunes, 10 de febrero de 2014

La sinrazón

Por más que lo intento no encuentro una forma poco polémica de decirte lo que siento. Ni siquiera sé cómo sucedió, cómo comenzó; sólo sé que desde entonces eres, a la vez, quien me quita el sueño y quien apacigua mis demonios. Verte supone confusión y alivio; perderte de vista, calma y ansiedad. No sé de qué manera pedirte sin ofender a vivos y a muertos una oportunidad para hacerte feliz, de modo que no lo haré. Y eso me llena de rabia e impotencia porque no es justo que pierdas una oportunidad, pero muy a mi pesar sobre los sentimientos del corazón no se manda, y sé de buena mano que lo que siento no es correspondido. Hay veces que siento pena y otras vergüenza, unas veces deseo estrecharte para siempre entre mis brazos y otras desearía no haberte conocido. Pero ya no hay marcha atrás, y aunque se pudiera, no lo haría. Al entrar en mi corazón me devolviste las ganas de creer que el mundo puede no ser tan malo como a veces parece, porque ¿cómo ibas a poder existir tú, que eres luz pura, en un mundo donde la impenetrable oscuridad no te hubiera permitido brillar? Ni el castigo divino más cruel se lo habría siquiera planteado. Pero no pretendo que me comprendas. Tampoco que me valores y, de resultarte ofensivo, me perdones. Sólo me atrevo a hacerte una petición, y ésa es que sigas existiendo, que sigas sonriendo para que almas alejadas de su camino como yo puedan encontrar con tu resplandor el camino de vuelta a casa. No sé si eres lo mejor o lo peor que me ha pasado en la vida, pero afortunadamente eso todavía no me importa.