Datos personales

Mi foto
Solitaria, pensativa, divertida en mayor o menor medida, gusto por escuchar, leer, escribir, escuchar música, imaginar, sentir.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Vago y tangible recuerdo


Era dura, fría como una piedra e impenetrable. Sin embargo, sí había una que lograba hacerla ceder. Y lo descubrí porque una noche las sorprendí a las dos en la más perfecta intimidad, tocándose y sintiendo de manera sincronizada y perfecta. Los ojos de mi pequeña brillaban con un fulgor transparente que en seguida intuí, pero no pude cerciorarme de nada, aunque lo sospeché. La otra, la que tenía la habilidad de volverla tierna, se le metía dentro, en lo más profundo, y la hacía sentir. Pero nunca supe qué era exactamente eso que había en sus ojos. Ella tocaba y la otra respondía. Ella. La otra que era capaz de algo que ni yo mismo había podido... Se llamaba música. Y ahora sé mejor que nadie lo que digo, porque esa noche estaba lloviendo y ella tocaba el piano afuera en la terraza, empapándose sin importarle lo más mínimo. Ahora, tanto tiempo después, se la conoce como la mujer que lloraba a escondidas, porque para evitar ser descubierta, lloraba tocando bajo la lluvia.

sábado, 19 de noviembre de 2011

El primer beso entre dos mundos distintos

Habían pasado apenas dos segundos desde que había cerrado los ojos, pero en esos dos segundos Daze pudo imaginarse millones de cosas que invadieron dulcemente su mente. Las que más se repetían, eran imágenes de Sou y de él fundiéndose en uno solo, sin miedos, sin temores… y también sin pudores. Las escenas le arrancaron un sonrojo que tiñó sus mejillas al momento, haciéndole apartar la cara para evitar que su maligno compañero e inconsciente amante se percatara de lo sucedido no sólo en sus mejillas, sino también en otras partes de su cuerpo. Respiró hondo y, sin saber cómo ni de dónde, sacó fuerzas para volver a alzar su noble mirada y buscar sus ojos con los suyos. Volvió a hinchar su pecho y simplemente esperó a que las palabras afloraran solas de su garganta, ya que ni él mismo era capaz de pensar en ese momento. Pero sin embargo nada sucedió, ninguna palabra, sólo un gesto que quizá fue la chispa que hizo estallar todo el fuego que Daze albergaba dentro. Fue un simple fruncimiento de ceño por parte del oriental, quien ahora lo miraba con ojos diferentes, Daze lo notaba. ¿Qué sentía Sou en aquel momento? ¿Qué era lo que había hecho flaquear por un momento aquella alma inquebrantable? ¿Su rendición a él? ¿Su actitud humilde y sincera? ¿O por fin se había percatado de que Daze estaba tan profundamente enamorado de él que era incapaz de confesarlo por miedo a un rechazo que sabía por descontado? Ni él mismo lo supo. Tan sólo, y sin darse cuenta de ello, se dejó llevar y se acercó al muchacho robándole un hondo e intenso beso que intensificó con el más dulce de los abrazos existentes. Entonces el mundo se resquebrajó a su alrededor y en ese momento sólo existieron ellos dos, el amor de Daze y la incertidumbre de Sousuke. Daze se vio tan sorprendido por aquel imposible acto de Sou que se quedó con los ojos abiertos unos segundos, sin saber qué hacer ni lo que estaba sucediendo. Pero inmediatamente su corazón, que había estado esperando casi sin esperanza tal acto, se adueñó de él y Daze correspondió ese beso de la única forma en la que él podría haberlo hecho. Se acompasó a sus labios casi de forma automática y sus manos comenzaron a recorrer tímidamente, con más descaro después, la espalda y la nuca del oriental. Ahora sólo existían una palabra en su cabeza, Sou, y el idioma del corazón, a lo que Daze estaba completamente dispuesto a entregarse sin dudarlo. Y por unos momentos, Daze se permitió el delito de imaginarse en los brazos de aquel hombre, enredados cuerpo con cuerpo y entre las sábanas que deberían cubrirlos. Pero por desgracia, cuando Daze bajó más las manos a las caderas de su amante repentino y las acercó contra las suyas, presionando levemente sus nalgas, éste se apartó rápidamente, mirándolo con la respiración entrecortada. Su mirada había cambiado. Ahora escondía un reproche evidente. Empero Daze no podía mentir, así que no dijo que lo sentía, ni se disculpó, porque para él, no había pasado nada malo, sino todo lo contrario. Lo único que hizo fue bajar la cara y cegar su mirada cerrando los ojos, esperando el castigo ejemplar que aquella acción debería haber requerido. Pero no había sido Daze el que había dado el paso. Había sido Sou quién se había acercado. Y tal vez por eso fue que simplemente se relamió los labios y se dio la vuelta, marchándose despacio y con un ardor en los labios indescriptible.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Algo espontáneo

Yo sí sabía aquello de que debería tener miedo a llegar a la muerte y no haber vivido. Pero no me importaba hacerlo. Era extraño, pues debería haberle temido a irme de la vida sin haberla conocido más profundamente, pero, al contrario de las tipologías, yo me encontraba en una perfecta calma a la espera de que ésta llegara y viniera a por mí. Reconozco que era extraño ver los días pasar sin nada que hacer. O bueno, quizá sí había cosas, pero eran tan cotidianas e insignificantes que no reparaba en ellas y, por tanto, no les prestaba atención, olvidándoseme todo.
Hubo un tiempo en el que temí volverme loca. Sí, no había mayor temor en mí que el de abandonar la ya poca cordura que en mí se integraba.
Comprendí una vez también que, aquello de todo lo que me quejaba o calificaba de actitud extraña, a veces también era partícipe de ello. Conversaciones de personas más mayores que yo escuchaba, y decía "vaya tontería", por ejemplo. Con el paso del tiempo pude percatarme de que en ocasiones presenciaba y protagonizaba algunas de estas actitudes, quedándome en shock cuando lo hacía. Bueno, en realidad me molestaba mucho pertenecer a aquello que siempre había calificado no de extravagante, pero sí de aburrido y desaprovechable.