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Solitaria, pensativa, divertida en mayor o menor medida, gusto por escuchar, leer, escribir, escuchar música, imaginar, sentir.

sábado, 19 de noviembre de 2011

El primer beso entre dos mundos distintos

Habían pasado apenas dos segundos desde que había cerrado los ojos, pero en esos dos segundos Daze pudo imaginarse millones de cosas que invadieron dulcemente su mente. Las que más se repetían, eran imágenes de Sou y de él fundiéndose en uno solo, sin miedos, sin temores… y también sin pudores. Las escenas le arrancaron un sonrojo que tiñó sus mejillas al momento, haciéndole apartar la cara para evitar que su maligno compañero e inconsciente amante se percatara de lo sucedido no sólo en sus mejillas, sino también en otras partes de su cuerpo. Respiró hondo y, sin saber cómo ni de dónde, sacó fuerzas para volver a alzar su noble mirada y buscar sus ojos con los suyos. Volvió a hinchar su pecho y simplemente esperó a que las palabras afloraran solas de su garganta, ya que ni él mismo era capaz de pensar en ese momento. Pero sin embargo nada sucedió, ninguna palabra, sólo un gesto que quizá fue la chispa que hizo estallar todo el fuego que Daze albergaba dentro. Fue un simple fruncimiento de ceño por parte del oriental, quien ahora lo miraba con ojos diferentes, Daze lo notaba. ¿Qué sentía Sou en aquel momento? ¿Qué era lo que había hecho flaquear por un momento aquella alma inquebrantable? ¿Su rendición a él? ¿Su actitud humilde y sincera? ¿O por fin se había percatado de que Daze estaba tan profundamente enamorado de él que era incapaz de confesarlo por miedo a un rechazo que sabía por descontado? Ni él mismo lo supo. Tan sólo, y sin darse cuenta de ello, se dejó llevar y se acercó al muchacho robándole un hondo e intenso beso que intensificó con el más dulce de los abrazos existentes. Entonces el mundo se resquebrajó a su alrededor y en ese momento sólo existieron ellos dos, el amor de Daze y la incertidumbre de Sousuke. Daze se vio tan sorprendido por aquel imposible acto de Sou que se quedó con los ojos abiertos unos segundos, sin saber qué hacer ni lo que estaba sucediendo. Pero inmediatamente su corazón, que había estado esperando casi sin esperanza tal acto, se adueñó de él y Daze correspondió ese beso de la única forma en la que él podría haberlo hecho. Se acompasó a sus labios casi de forma automática y sus manos comenzaron a recorrer tímidamente, con más descaro después, la espalda y la nuca del oriental. Ahora sólo existían una palabra en su cabeza, Sou, y el idioma del corazón, a lo que Daze estaba completamente dispuesto a entregarse sin dudarlo. Y por unos momentos, Daze se permitió el delito de imaginarse en los brazos de aquel hombre, enredados cuerpo con cuerpo y entre las sábanas que deberían cubrirlos. Pero por desgracia, cuando Daze bajó más las manos a las caderas de su amante repentino y las acercó contra las suyas, presionando levemente sus nalgas, éste se apartó rápidamente, mirándolo con la respiración entrecortada. Su mirada había cambiado. Ahora escondía un reproche evidente. Empero Daze no podía mentir, así que no dijo que lo sentía, ni se disculpó, porque para él, no había pasado nada malo, sino todo lo contrario. Lo único que hizo fue bajar la cara y cegar su mirada cerrando los ojos, esperando el castigo ejemplar que aquella acción debería haber requerido. Pero no había sido Daze el que había dado el paso. Había sido Sou quién se había acercado. Y tal vez por eso fue que simplemente se relamió los labios y se dio la vuelta, marchándose despacio y con un ardor en los labios indescriptible.

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