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Solitaria, pensativa, divertida en mayor o menor medida, gusto por escuchar, leer, escribir, escuchar música, imaginar, sentir.

lunes, 10 de febrero de 2014

La sinrazón

Por más que lo intento no encuentro una forma poco polémica de decirte lo que siento. Ni siquiera sé cómo sucedió, cómo comenzó; sólo sé que desde entonces eres, a la vez, quien me quita el sueño y quien apacigua mis demonios. Verte supone confusión y alivio; perderte de vista, calma y ansiedad. No sé de qué manera pedirte sin ofender a vivos y a muertos una oportunidad para hacerte feliz, de modo que no lo haré. Y eso me llena de rabia e impotencia porque no es justo que pierdas una oportunidad, pero muy a mi pesar sobre los sentimientos del corazón no se manda, y sé de buena mano que lo que siento no es correspondido. Hay veces que siento pena y otras vergüenza, unas veces deseo estrecharte para siempre entre mis brazos y otras desearía no haberte conocido. Pero ya no hay marcha atrás, y aunque se pudiera, no lo haría. Al entrar en mi corazón me devolviste las ganas de creer que el mundo puede no ser tan malo como a veces parece, porque ¿cómo ibas a poder existir tú, que eres luz pura, en un mundo donde la impenetrable oscuridad no te hubiera permitido brillar? Ni el castigo divino más cruel se lo habría siquiera planteado. Pero no pretendo que me comprendas. Tampoco que me valores y, de resultarte ofensivo, me perdones. Sólo me atrevo a hacerte una petición, y ésa es que sigas existiendo, que sigas sonriendo para que almas alejadas de su camino como yo puedan encontrar con tu resplandor el camino de vuelta a casa. No sé si eres lo mejor o lo peor que me ha pasado en la vida, pero afortunadamente eso todavía no me importa. 

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