Por más que lo intento no
encuentro una forma poco polémica de decirte lo que siento. Ni siquiera sé cómo
sucedió, cómo comenzó; sólo sé que desde entonces eres, a la vez, quien me
quita el sueño y quien apacigua mis demonios. Verte supone confusión y alivio;
perderte de vista, calma y ansiedad. No sé de qué manera pedirte sin ofender a
vivos y a muertos una oportunidad para hacerte feliz, de modo que no lo haré. Y
eso me llena de rabia e impotencia porque no es justo que pierdas una
oportunidad, pero muy a mi pesar sobre los sentimientos del corazón no se
manda, y sé de buena mano que lo que siento no es correspondido. Hay veces que
siento pena y otras vergüenza, unas veces deseo estrecharte para siempre entre
mis brazos y otras desearía no haberte conocido. Pero ya no hay marcha atrás, y
aunque se pudiera, no lo haría. Al entrar en mi corazón me devolviste las ganas
de creer que el mundo puede no ser tan malo como a veces parece, porque ¿cómo
ibas a poder existir tú, que eres luz pura, en un mundo donde la impenetrable
oscuridad no te hubiera permitido brillar? Ni el castigo divino más cruel se lo
habría siquiera planteado. Pero no pretendo que me comprendas. Tampoco que me
valores y, de resultarte ofensivo, me perdones. Sólo me atrevo a hacerte una
petición, y ésa es que sigas existiendo, que sigas sonriendo para que almas
alejadas de su camino como yo puedan encontrar con tu resplandor el camino de
vuelta a casa. No sé si eres lo mejor o lo peor que me ha pasado en la vida,
pero afortunadamente eso todavía no me importa.
Cosa más bonita :)
ResponderEliminarGracias ^^
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